Hablar de Ingeniería Sismo-resistente en nuestro país resulta, a estas alturas, una de las áreas de la construcción que mayor evolución y prestigio internacional le ha otorgado al rubro. Y es que, hoy por hoy, la disciplina ha entendido que la enorme frecuencia sísmica que caracteriza el territorio, junto con las altas magnitudes que la acompañan, ha permitido que nos convirtamos en el mejor laboratorio natural.
Es así como en el contexto de la Decimosexta conferencia mundial sobre Ingeniería Sísmica efectuada a fines del 2017 en la Universidad de Chile, se pudo constatar cómo el resto del mundo tiene sus ojos puestos en nuestro país frente al enorme desarrollo que dicha disciplina ha tenido en los últimos años.
Como relata CPI[1], los testimonios y la enorme presencia de participantes en aquel momento fueron contundentes: Para el resto del mundo, resulta increíble que los grandes edificios resistieran en enorme terremoto del 27 de febrero del 2010. Prueba de esto último son los artículos publicados en prestigiosos medios de comunicación, como el New York Times, Financial Times y The Guardian, por mencionar algunos, que destacan cómo este mega evento sísmico marcó un antes y un después en la Ingeniería sísmica de Chile.
Probablemente, una de las edificaciones que se convirtió en emblema en ese periodo fue la Torre Titanium, rascacielos que aún se encontraba en construcción cuando transcurrió el terremoto. Para dicha edificación, la firma nacional a cargo del proyecto había ido más allá de la norma y se encontraba implementando tecnología que, por entonces, no se utilizaba mayormente en el rubro constructor. Como se detalla en el sitio web AMCHAMChile[2], hasta antes del mega terremoto del 27/F la única exigencia que había frente a un evento sísmico, era que las estructuras no podían colapsar ni implicar la muerte de personas, pero el foco no estaba puesto en que éstas permanecieran utilizables ni operativas al poco tiempo de haber finalizado el sismo. Para conseguir dicho propósito estructural, se comenzó a utilizar en Chile el concepto de protección en dos tecnologías: aisladores sísmicos y disipadores de energía.
Ejemplos de este tipo hicieron que durante el año pasado, la jefa de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (Unisdr), Margareta Wahlström, destacara la respuesta concreta del Estado chileno frente al tema, aumentando considerablemente la inversión en normativa, infraestructura, capacitación humana y planes de emergencia. Como consigna el portal AOA[3], para la comunidad internacional somos un referente en la materia. Sin ir más lejos, el coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas en Chile, Antonio Molpeceres, afirmó al respecto que “les cuesta a muchos creer que con un terremoto de más de ocho grados de magnitud, una ciudad de cinco millones de habitantes como Santiago no colapsara. Que no se haya caído ningún edificio, no es normal”.
En la actualidad, son varias la firmas que están internacionalizando su tecnología, abriendo oficinas en otros países del mundo o adjudicándose proyectos de construcción internacional, lo que permite asegurar que la Ingeniería sismo-resistente de nuestro país se encuentra en vías de crecimiento y expansión. Sin duda alguna, es un motivo de orgullo para la Ingeniería chilena.
[1]Fuente: http://www.infraestructurapublica.cl/chile-se-convierte-en-ejemplo-de-ingenieria-sismica-resiliente-para-el-mundo/
[2]Fuente: https://www.amchamchile.cl/2017/09/el-salto-de-la-ingenieria-antisismica-made-in-chile/
[3]Fuente: http://www.aoa.cl/tecnologias-e-innovaciones-antisismicas-chile-pais-sismico-y-resiliente/